Cordoncillo con diseño de hojas de laurel, Ordananza de 1728.
Dos problemas grandes se afrontaban al emitir moneda de metales llamados nobles o preciosos: el cercenamiento y la falsificacón. El primero comprometía al reinado emisor puesto que todas las transacciones se hacían manteniendo el metal mismo de la moneda como garantía y medio de pago, no se atesoraba para dar validez sino la misma moneda estaba ahí, circulando, valiéndose por si misma bajo el amparo del emisor; cercenarla, cortarle pedazos, limarla e incluso practicarle agujeros, iba en detrimento del peso oficial y, seguro, esa moneda no podría ser utilizada para transacciones mayores, por tanto debía ser recogida y fundida para hacer monedas nuevas con peso oficial y asumir las pérdidas que se tendrían por la falta de peso al reutilizarlas. La moneda del tipo macuquino, primer tipo de moneda conocido en las colonias americanas, troquelada a martillo, de cospel recortado por sus bordes para dar el peso oficial, irregular en su forma, se prestaba para el cercén y, por tanto, no daba seguridad ni al comprador ni al vendedor de estar recibiendo la cifra que el valor facial de cada moneda expresaba.
La falsificación, tan antigua su práctica como antiguo el dinero amonedado, tuvo muchos rostros durante este período, pasando por piezas rústicas de plata muy baja de ley u otras muy elaboradas con núcleo de metales como cobre o plomo forradas por una finísima capa de algún metal plateado. En cualquiera de los casos era indispensable tener ciertas habilidades para el grabado de un troquel y fundición de metales.
Sin entrar necesáriamente en una de las descripciones anteriores, pero volviendo comprensible el fenómeno de la falta de peso o de la falsificación, está el caso de la ceca americana del Potosí y de la estafa producida ahí por sus mismos oficiales quienes incumplieron la Real Cédula del 23 de diciembre de 1642 donde Felipe IV ordenaba, entre otras particularidades, que la fineza de la plata amonedada fuera de 11 dineros 4 granos (0.931) provocando “...falta de hasta 3 Reales en monedas de a 8
Reales” (1). Todo la trama es dilucidada por el enviado del rey:
"Nestares Marín
inició su labor en Potosí a fines de diciembre de 1648. Como resultado de ella,
se destituyó y encarceló al Corregidor de la ciudad, don Juan Velarde Treviño;
se removió de su cargo al entonces Tesorero propietario de la ceca don
Bartolomé Hernández, y se dictó sentencia de muerte contra los antiguos
Tesoreros Francisco Ximénez de Cervantes y Miguel Ruiz por complicidad en la
falsificación de la moneda. Además, Nestares Marín comprobó que existía
complicidad entre los oficiales de la ceca y los mercaderes de plata, por lo
que el Alcalde Francisco Gómez de la Rocha y el Ensayador Felipe Ramírez de
Arellano (monograma FR en las monedas) fueron condenados a muerte por garrote
vil en diciembre de 1649, siendo posteriormente colgados sus cadáveres en la
plaza pública para escarmiento. Posteriormente, fueron condenados a muerte en
1652 los mercaderes de plata Luis de Vila, Miguel de Casanoba y Pedro Felipe de
Guadalupe. Además, Nestares Marín dispuso la remoción y el juicio al Ensayador
Pedro Zambrano (inicial Z en las monedas), nombrando en su lugar a don Juan
Rodríguez de Rodas quien había venido desde España para asumir el cargo.
También mandó encarcelar a Jerónimo Velásquez quien había fungido brevemente
como Ensayador en 1646".(2).
Todas las medidas tomadas en el caso de Potosí, si bien parecen extralimitadas, responden a esa necesidad de un control riguroso sobre el circulante y dejan claro que no se podía confiar ni de los mismos oficiales y trabajadores de las cecas. Este escándalo dotará a Guatemala de especímenes contramarcados hoy conocidos como "moclones" y también será el inicio de la acuñación en cecas americanas de monedas del tipo macuquino con las columnas y el "plus-ultra" de por medio (Real Cédula del 22 de diciembre de 1650).
Será hasta el 9 de julio de 1728, ya en el reinado de Felipe V, que se tomen medidas radicales que por un tiempo impedirán que los problemas citados agraven la situación. Parte de la solución será el "cordoncillo". Hablaremos de él en una entrada próxima.
Edgar Quisquinay
CNCH-SNG, julio de 2016.
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